La libertad es aire de los mundos
y piel que en la desgracia se aniquila,
barullo de mi boca
y sombra cardinal y lisonjera
de la edad primera.
Es idea sin reproches,
banquete sin mendrugo
y puerto cardinal de mis silencios.
Es la sombra escondida en las palabras
de la inquietud cimera
y el golpe de un ujier
que en el perfume de la fiesta umbría
dormita sigiloso,
cuando a veces se rompe la vidriera …
de todas las ventanas
y suena la trompeta ventisquera.
La libertad nacida de mi pecho
fue en la alcoba nupcial
el equilibrio de mi ser sombrío
y la curiosidad del universo
puesta sobre un ladrillo edificante y puro
sin reglas especiales
que aprisionen la altura de ese muro.
Es como un duende ebrio de locura,
como una bruma espesa
que truena las cadenas,
como un bosque vivo… alto en sus espigas,
remanso de la nada
que rompe sus fatigas
y un ave que en su vuelo desespera.
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