Me voy tal vez al fin del universo
o al valle cavernoso de la Luna
para palpar caricias,
para sentir tus manos:
¡Oh..! noche tormentosa sin cabeza.

Me voy al escondite de la nada,
al fin del horizonte
donde durmió El Quijote
en el tibio crisol de una hondonada.

Me iré atrás del mundo,
de ese mundo tan lleno de flaquezas,
donde sin ver las sombras ya dormidas
silenciarán mis días
en el dulce insomnio de mi vida.

Subiré mil montañas
y las crestas azules de las olas
en el cronos del viento y las heridas,
con mis tristezas solas
y el lóbrego telón de tu mirada.

Montado en un cometa
cabalgaré la soledad del tiempo
y serán mis tormentos vagabundos
el sol de los rastrojos
y el trueno angelical de mi partida.

Julio Serrano Castillejos