Si no fueran mis ojos
los que siempre te miren con agrado,
nada hará que me quede tan callado
renegando en secreto siempre de mis antojos.
Pues si pudiera escapar presumiendo de hinojos
ya podría sentirme afortunado
y también sin quererlo liberado
de incontables enojos.
Quizás tampoco vea indiferente
cantidad de deseos que sin cesar me asolan,
al permitir que vayas por el mundo
exhibiendo misivas pegadas a la frente,
que con gran desparpajo ya enarbolan
ese gran agujero en el que yo me hundo.
|