Si con todo el candor de tu hermosura
rechazarte, mi amor, jamás pudiera,
pido a Dios que te ponga en la frontera
si antes no desfallezco de amargura.
Puede ser que me engañe tu dulzura,
pero ni aunque a las bravas te quisiera
yo permanecería aquí a tu vera
sin riesgo de caer en la locura.
Puede que tal ventura yo repita
arrastrando a lo sumo mis deseos,
quien sabe, en medio de un zarzal de dudas,
porque dicen que quien se precipita
salir no acierta nunca de jaleos
si no muestra sus vértebras desnudas.
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