Dios contento me regaló la vida,
los cuentos de mi nana,
dos padres que extraño todavía…
la sonrisa radiante de mis labios,
mil maneras, resabios,
una esposa en verdad bella y querida,
mas los ortos que tiene la mañana,
mi casa bendecida
la cura prodigiosa de una herida
y el himno perspicaz de la alegría.
¿Cómo he de pagar esas ternuras
con las manos vacías?
Con mis vicios y procaces tonterías,
con aquellas mis dudas
de insanos y fugaces abalorios
del tiempo ya perdido
en alcanzar algunas naderías.
Sean pues, mis deslices
el viejo desvarío,
última rendición de mi navío.
Y luego me dio hijos,
nietos, amigos serios,
lo hondo de los ríos y mil montañas,
los peces en las aguas,
el canto de cenzontles y canarios,
la suave lobreguez de mis pobrezas
y la red inconsútil de los años.
Perdóname Señor
por estas mis flaquezas
y déjame vivir sin desengaños.
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