No quiero yo construirte en este valle
un altar de mentiras cuasi bellas,
bajo la tenue luz de las estrellas
para que todo el mundo vea y calle.
Pues no quiero que el diablo me avasalle,
porque una vez dejase vanas huellas
en el alma de cándidas doncellas,
que esperaban de mí mejor detalle.
Quizás acostumbrado a despedirme
entre un nidal de halagos aparentes
no logro alimentar con cantos tu ego,
si entre medias tuviera que morirme
sin poder olvidar los referentes
que me llevaran a sufrir tu apego.
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