El primero de julio votaremos:
flamantes diputados,
conspicuos senadores
pero además al nuevo presidente
que puede resultar muy de repente
la copia de los pillos del pasado.
El pueblo ya no quiere más promesas
que alegren su esperanza
ni las modernas cargas tributarias,
tampoco los milagros deleitosos
que son de buena crianza
y se extinguen, así, como pavesas.
Votaremos, tal vez sin darnos cuenta
por un fugaz destino,
por insignes señores del futuro
y acaso de repente
por tendernos… decúbito supino
a descansar de tanta cruel afrenta.
Votaremos, así y siempre mudos
en la casilla adjunta
el “glorioso “ camino de la Patria
hundida y desolada.
Votaremos tal vez sin ser tozudos
por el yugo procaz de la coyunta
lamida por los bueyes
y el abordaje inútil… de mil reyes.
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