En silencio, entre pinos y montañas
desconectado voy de maravilla,
pues nadie me persigue ni me pilla
aunque le pise y coma sus castañas.
A gusto me manejo con mis mañas
para escaparme por cualquier orilla,
sin arder como hiciera una cerilla
al rojo vivo en medio de las cañas.
Mucho no necesito, que digamos,
para vivir en paz conmigo mismo:
un par de botas, agua y alimento
porque gozando del sendero a tramos
me alejo mogollón del consumismo
en cuyo seno encierra sólo cuento.
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