El aguijón del hambre en mi cabeza
se clavó de manera expeditiva,
aunque pudiera ser definitiva
al carecer pardiez de la riqueza
que sin razón ni más delicadeza
disfrutaban de forma rotativa,
y por qué no decir, muy agresiva,
quienes mejor mostraban su agudeza.
Por semejante sinrazón no puedo
ver la vida jamás color de rosa
con poemas tal vez artificiales,
ni salir encantado, digo, al ruedo
exhibiendo mi humor de mariposa
cuando aguantar no pueda más los males.
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