Como guardo de turbio en el recuerdo
todo sueño de amor inexplicable,
no es una confesión tan saludable
como para sentirse muy de acuerdo.
Ni sabría decir lo que me pierdo
cuando toda mi mente impermeable
se parte en su sentir incontrolable,
presa del desencanto nada cuerdo.
Ya no soy aquel cuerpo primoroso
que controle tan ágil sus impulsos,
sino muy otro falto de pasiones
que lejos del disfrute clamoroso,
y de los pensamientos más convulsos
atender ya no atiende sus razones.
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