La negación de pronto me corroe
el último rincón de las entrañas,
donde el odio requiere de mis carnes
muchas raciones extras de paciencia.
Y prefiero pasarme de optimista
cuando las ocasiones lo requieren,
al no lograr de gorra mis garbanzos
que cubran la fatiga de mis huesos.
Porque quizás la depresión evito
afrontando con ganas el futuro
desde que me escapara de la cuna,
aunque a veces me pego con los codos
contra viento y marea, lo aseguro,
aunque tan solo sacie mis manías.
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