Me revuelco entre sombras doloridas
de un ayer convertido hoy en presente,
ya lo sé que resulta deprimente
pero tapar no puedo sus heridas.
Quién diría si adredes relamidas
su escozor no abandona ya la mente
ni siquiera tirándome de un puente
lleno de las ideas más suicidas.
Porque olvidar los palos recibidos,
por más que se practique, no resulta,
cuando en sangre las manchas siempre quedan,
tanto que los negocios prohibidos
pronto generan su cuantiosa multa
a quienes ante sus verdugos cedan.
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