Sedientos
los manantiales rotos,
las laderas,
las brumas del otoño,
tu imagen relativa,
tus contornos;
y al lado una casa
que se quiebra,
que ya no sueña,
que pide a gritos un verano,
tus ojos negros,
tu cintura de lino,
tus trigales,
me recuerdan
las almas que volaron
en pos de mariposas,
de gaviotas blancas
y nubes reclinadas.
Es cierto que te sueño,
que me olvido del tiempo,
que regreso a tu amor adormecido
pero que, sobre todo,
busco en silencio
en tus secretos,
en tus anhelos,
una flor en tu alma.
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