Y me resultará muy angustioso
poder en este instante asimilar
cómo puede haber niños sin hogar
viviendo en este mundo tan glorioso;
si a la postre, vivir con tanto acoso,
presupone tenerse que adaptar
al desastre de tanto especular
con la conformidad del poderoso.
Al parecer ninguna duda cabe
que por más que persistan los apegos
nadie soporta el golpe de la muerte,
aunque quizás en la otra vida alabe
como apagar los más feroces fuegos
dejando a la pobreza de su suerte.
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