Azules
quebrados,
sombras virulentas y
una niña que espera.
Un dardo que amenaza
el tren que aún no llega
la estación
un banco de madera
una sonrisa
una lágrima vuela
un silencio que canta
tú alumbrando una espera.
Al lado las vías
un amor destrozado
entre hierros
entre surcos de miedo.
Te miro
me das tu mano
me enamoro
caminamos
y presto llega el tren.
Subimos
sin norte ni destino
nos regalamos besos
ternura
y hasta un abrazo...
luego,
hablamos de promesas,
de construir el cielo,
entre sueños,
entre líricos poemas
y caemos,
en lo mismo de siempre,
la rutina,
un desliz,
una ausencia,
una dura palabra,
un gesto color gris,
reproches,
las verdades a medias,
y al final,
juntos como las vías,
las del tren,
pero cada una en su lado.
Tal vez nunca debimos,
ignorar que la vida,
es como las vías,
las de aquel tren,
que en la noche
enamoró la luna y se fue

Fernando Pérez.