¡Qué ciegos son los ojos mercantiles
si desde el alma miran sin aliento,
dejando herido todo sentimiento
y los odios resultan tan hostiles.!
Desgraciados se sienten y febriles
rebuscando en sus mentes un sustento,
que les rejuvenezca de momento
y les mantengan tiesos como alfiles.
No les cubre ninguna recompensa,
como cuando se tienen ilusiones
por escalar a pie cualquier montaña,
cuando al medir su sensación intensa
sanas se vuelven hoy las intenciones
porque a vivir de veras acompaña.-
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