Nunca soy demasiado pendenciero
cuando la cruel realidad aprieta,
si ya duele soltarse de la teta
peor será que venda mi trasero.
Ni soy buen abogado chapucero
de cuantos juicios hoy ni dios respeta,
por si algún baladrón se comprometa
y me pida que sea su cuatrero.
No me juzgo sacando del bolsillo
sentimientos profundos y brillantes
con los cuales lucir mi desparpajo,
y menos se me cae aquí el anillo
ni regalando todos mis diamantes
tesoros que me importan un carajo.
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