Cumbres, ardores y campiñas vanas
anuncian el estío
o bien antes que nada
reduzcan sobre el mar amplio y huraño
la vanidad y el frío.
La soledad es vaga,
una nostalgia rota en cada niño
y el paso del edén en blancas canas.
Perforen los gusanos las manzanas,
las cumbres más porfiadas
congélense de frío,
dilapiden el oro y el estaño
las montañas
y resuenen los coros
con altas alegrías en la mañana.
Los enanos crecidos de tamaño
replieguen la figura
en los romanos circos
y los guerreros luzcan sus cananas
en valles, altas cercas y barrancas.
Duerman las ondinas en los ríos
y los caballeros tiren sus macanas
en las fosas
donde habré de esconder mis desvaríos.
Retumben los cañones, con gran saña
y a los lejos
naveguen la barcas en el río
y sientan los hombres en el alba
el dulce clamor del señorío.
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