Yo creí, madre mía, equivocado
que viniendo del mismo simiente
ningún hermano fuera el más valiente
mientras que otro naciese ya diezmado.
Y hasta el presente observo alucinado
como se reconoce fiel demente
aquel que anduvo más convaleciente
viviendo aún de rentas del pasado.
Qué regalo perderle de mi vista
que sus visitas eran un castigo
sufriendo cada vez más su rareza,
su bochornoso paso de revista,
digna del más incómodo enemigo
que maniobrase con sutil destreza.
|