En los vastos salones orientales
de la luna radiante, estupefacta,
en la hora tal vez más inexacta
estallaron honrosos tus rituales.
Con tus ojos cual amplios ventanales
surgidos de la zona más abstracta
de aquella nitidez, audaz, compacta…
endulzaste mis tiempos fantasmales.
Y por esa ablución, mi ser incita
llegar a tus senderos más ingratos
con rosas y claveles desmayados.
Llevarte entre mis brazos a la ermita
y darle con mis versos los boatos
a tus ojazos negros, deslumbrados.
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