Si nazco y muero cada
vez que sin darme cuenta yo respiro,
igual mi suerte por la borda tiro
al dejarme llevar por semejante espada
de Damocles dispuesta y muy bien afilada,
tanto que a los creyentes mucho admiro
y desde mi guarida yo les miro
con la boca cerrada.
Y será mi mejor filosofía:
el tomarme con calma la vida en adelante
si morir hoy no quiero de un infarto,
sin tener que pagar con sangre la alegría,
como dicen, ocurre al emigrante
si su mujer de pronto va y se pone de parto.
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