No volverá a cogerle de improviso
al rey ningún colega contrincante,
si después de matarle su elefante
por cuatro gordas alquiló su piso.
Quizás al verse triste y muy sumiso
temió que el príncipe le diera el cante,
queriendo parecer interesante
ante la reina que medrar no quiso.
En el asunto las infantas, creo,
del lodazal, nos dicen, se apartaron,
no fuera y peligraran sus narices,
tanto que nadie para este jaleo
al cual los propios yernos se prestaron
ignorando quizás las cicatrices.-
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