Que tu felicidad no se derroche
bajo el silencio de mi sombra oscura,
sino que brille con su llama pura
y alumbre los temores de la noche.
Será señal y suficiente broche,
que para un corazón sin atadura
su espíritu conserve la cordura,
sin exteriorizar ningún reproche.
A Dios mil gracias doy por el presente
si tan dispuesta en todos sus cabales
tu alma aún me percibe tan sincero,
cuando tercos los ojos de mi mente
se niegan a aceptar los tribunales
que me declaren simple pasajero.
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