No dispongo de patria que me asista
con los ojos cerrados e infelices,
sólo en vida cerré mis cicatrices
como pude y de forma casi altruista.
Así me hice en mi cueva un buen artista
por mantener a raya los matices,
pues detesto me toquen las narices,
aunque luego me tilden de egoísta.
Cuando lloro me ciño al pensamiento
sin reparar lo inútil que me sea
al querer exhibir mis libertades,
pero pronto me falta el condimento
que al alma tanto sube a la azotea
cuando el ego refuerza vanidades.
|