Ya van surgiendo bien los sabores
que Tuxtla hermosa me ha regalado
en sus confines y sus vergeles.
Sus ricos postres son el legado
que desde niño me dan las mieles
en las aceras de su mercado.
Manché mis manos y los manteles
con las delicias del puxinú
como si fueran castos pinceles.
Con los coyoles me hablé de tú
y con su dulce puse en mis dientes
lo pegajoso como el matzú.
Cuantas delicias frías y calientes:
el turulete, el caballito
y las hojuelas satisfacientes.
El chimbo en huevo tan sabrosito;
los nuégaditos son de bonanza
y el cupapé con miel es bendito.
Y un buen regalo para la panza
es el garbanzo aunque sea chiquito
y si lo endulzas es de pitanza.
Inmerso al gusto de las mujeres
con fina azúcar van muchas frutas
y bien me sabes si luego quieres.
El cacahuate garapiñado
y las obleas con sus merengues
la miel de dedo con el cacao.
Un merenguito muy endulzado
con tu café bien lo disfrutas
y luego duermes ensimismado.
Si están muy secas las dulces frutas
son alimentos mayas y aztecas
que nos llegaron por amplias rutas.
Hasta costumbres guatemaltecas
nos han legado nuestros ancestros
según explican hemerotecas.
Si tú disfrutas un buen mejido
eres tuxtleco de buena raza
y en consecuencia muy bien nacido.
“Ya acabe ya”… hoy me despido,
con un suspiro dulce y sabroso.
Soy zoque… sólo hoy te lo pido:
No se te olvide comer gozoso
el día de muertos la calabaza,
leche quemada allá en tu casa
la palanqueta y un tu curtido.
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