Sólo pido que el odio que en el mundo
hoy a diestro y siniestro tanto asola,
no se vuelva en la ley de la pistola
donde se justifique al furibundo.
Que si tanto rencor cala profundo
nunca jamás me creeré la bola,
de que me otorgarán una aureola
si vuelvo de la guerra moribundo.
Sólo les pido el tiempo suficiente
que yo pueda elegir como y el cuando
de quitarme de en medio a mi manera,
sin escuchar de forma permanente
como el derecho está tal vez al mando
aunque nada le importe mi bandera.
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