Quizás el poderoso se camela
su parcela de cielo con sus vistas
saciando a sus mejores avalistas
hasta llenarles claro la cazuela.
Mientras los pobres por buscar la pela
entre rezos y prácticas deístas
bien se dejan la piel de ilusionistas
al burlar no lograba al centinela.
Pues de ningún castigo se libraba,
debiendo Dios ya darlo por supuesto,
que lograr nunca lograría, vamos,
ni rompiendo a tortazos la almadraba,
a la derecha de su gloria un puesto
cuyos sillones son para los amos..
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