A la vida le pido
que nunca me esclavice de lo ajeno,
y que a tanta avaricia ponga freno
que vérmelas no quiero a solas deprimido.
Pues acabar rechazo, por cierto, entretenido
buscando por doquier algún veneno,
y en la cárcel comer salmón relleno
del peor embutido
Quizás nací carente de esperanza
y demasiado incrédulo desde la misma cuna,
asunto que confirma la experiencia,
porque sin duda alguna, con alegrar la panza
suponerse podría una fortuna,
a la vez que calmar mi tenaz impaciencia.-
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