Canto y risas tenía la geografía
de mi solar bravío
y supe transitar en sus corrientes,
por sus vetustas calles
y su sereno y palpitante río.
Cuántas ansias de trasponer la noche
en la lejana adoración del tiempo
en sus dolientes horas.
Como un jardín de rosas,
las horas perfumadas y acuciosas
brindáronme audaces su derroche.
La voz de la distancia me decía
que ese sitial tan mío
cargado de contrastes bendecidos
con fuentes y jardines,
con aves y esperanzas
era tierra del ángel del olvido.
Edén de mi terruño
en suave consonancia
lo llevaré prendido a mis congojas
y dentro de mi puño
será la liquidez de mis alforjas.
Nunca pude olvidar su geografía,
sus flores y su toque provinciano,
soñé sus estrecheces…
su fuente tan distante…
y a mi primera amiga que decía
“caminemos tomados de la mano”.
Mi corazón palpita
al recuerdo devoto de aquel sitio
hechicero tal vez como quimera
y muy pequeño como pan bendito.
Mis lágrimas de hoy se las dedico
con este ser tan mío
a las lluviosas horas de mi infancia,
a los placeres de mi vida inicua
y a la linda y lejana geografía
de mi penar sombrío.
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