Porque no haya querido detenerme
en los ojos oscuros de la pena,
donde su cruel y pálida condena
ha marcado las ansias de quererme,
no voy a protestar por no perderme
ciego y a gusto en brazos de sirena,
por quitar de mi vida la cadena
pensando que quisiera retenerme.
Pues he preferido, y no desmiento,
cercenar todo lazo y compromiso
aunque azote y sojuzgue mi pasado,
quién sabe, por librarme del tormento
que habita las techumbres donde piso
y así reflexionar en paz sentado.
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