Qué daño, si delito fue nacer,
me supusiera tan sutil castigo
que ni siquiera un sádico enemigo
hoy me habría obligado a padecer.
Lo que a mis padres hizo enmudecer
quizás no fuera la escasez de trigo,
tanto como la falta de un abrigo
tierno donde poderse guarecer.
Hoy entre el cruel olvido me debato
y el forzoso silencio de la ausencia,
preguntándome acaso si fui injusto
al acusarme igual de mentecato,
viendo que se desangra mi conciencia
porque vivir no pueda del disgusto.
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