El hambre engorda a quienes la gestionan,
mientras al pobre de miseria mata
como si se tratase de una rata,
a la que los gobiernos arrinconan.
Tal vez lo traman y también razonan
cuando juntos se anudan la corbata,
aunque ya la sospecha se desata
si observamos que el mea culpa entonan.
Pues teniendo a los pobres controlados
los ricos sus palacios embellecen
sin cuidado que nadie los destroce,
porque al tenerlos bien amaestrados
sus privilegios sin dudarlo crecen
aunque de rácanos, ni dios los goce.
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