Qué razones esgrimes de castigo
que tanto obstaculizan el amor,
si no fuera que adicta del dolor
ni tú misma sabrás que hacer contigo.
Otra opinión tener puedes conmigo
presa de un aparente resquemor
que le diera a la vida otro color,
posible con la paz que yo persigo.
Cuánto mejor no fuera revelarte,
sin ninguna aversión cuanto te quiero,
que andar a cada trecho silenciando
todo un mundo que nadie ya comparte
al hacer de tu estómago de acero
un fortín que a la mente está cascando.
|