Hoy mi alma continúa su destierro
rechazada por propios, más que extraños,
pues con arte manejan sus apaños
como de rabia hiciera, igual un perro.
A mi lado no busco un testaferro
que de encima me quite a mí los años,
porque saldar quisiera los peldaños
aunque ya fueran los del propio entierro.
Y a solas de película disfruto
por más que a veces viento en contra sople
y la lluvia amenace con tormenta,
tanto que haciéndome pagar tributo
a menudo requiero de un acople
que al ego le distancie de una afrenta.
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