Como mendigo a la sazón me muevo
y bastante lamento mis flaquezas,
quizás porque añorando las riquezas
sin darme cuenta, amigos, sufro un huevo.
Pues jugar a las cartas no me atrevo
porque yendo carente de destrezas,
a duras penas creo en las proezas
al ver que la peor parte me llevo.
Y es que mientras no juegue con ventaja
arriesgar la ocasión no me apetece
si a la postre me corta la rutina,
bajo la cual mi fe se resquebraja
porque sin corazón según parece
este mundo al desastre se encamina.-
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