En Canarias amigos, el invierno
acontece de insólita manera,
como una permanente primavera,
la solución para un lugar moderno.
Convertirse podría en un infierno
si la suerte nos cerrara la frontera
y el turismo cambiara aquí de acera
por obra y gracia de un locuaz gobierno.
Andar con poco abrigo se agradece
que a nadie quepa duda bajo el sol,
pues sano no resulta mucho el frío
tanto que me mantengo ya en mis trece:
mejor sacar los cuernos hoy al sol
que a la sombra fatal se pasaría.
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