Ese día bendito,
vibró mi interior
y resurgió el amor.
Soledad y lejanía
se esfumaron con la brisa,
huracán de pasiones,
marejadas de sonrisas
Inspiraron canciones
de amor y compañía,
al ritmo de caracoles.
Tus ojos, lanzas morunas de alabastro,
descubrieron los secretos de mi ser
en un cálido ocaso.
Mis pupilas envueltas en la ilusión,
cual saetas ambarinas
adivinaron tu ternura y comprensión.
Ese día bendito,
vibró mi interior
y resurgió el amor.
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