Si llegado el instante
viera las barbas del demonio ardiendo,
del amor me estaría yo escondiendo
porque viéndome tieso bien que daría el cante.
Y ojalá que en los brazos de una imponente amante
hasta la luna yo estuviera yendo,
pues sólo de mis cábalas dependo
para andar tan campante.
Porque a pesar de cuanto muchos digan,
volar volé muy pronto del incómodo nido
reflexionando que en mi propia casa
las malas vibraciones muy pronto se prodigan,
asunto por el cual a nadie pido
si con mis sentimientos por las buenas arrasa.-
|