Quisiera imaginar que las batallas
sólo son el producto de mis sueños,
que benévolos son todos los dueños
cuando dejan de ser unos canallas.
Otros háylos que en ricas atalayas
sus vicios no presumen de pequeños,
realmente a tenor de sus diseños
de quien con sangre fije bien sus rayas.
Y por más que mi mente aquí critique,
nunca encuentra razones suficientes
que expliquen con decoro la injusticia,
y menos la existencia de un cacique
que sin quitar de su mentón las lentes
justifique de paso su malicia.-
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