Como la autoridad del superego
opera en los sistemas de poder,
no hace falta decir que en el querer
encontraría su mejor apego.
Porque tampoco estimo estar muy ciego
y espero no cambiar de parecer,
sigo viendo que en este menester
a conquistar el mundo nunca llego.
Quizás porque de niño no lo quise,
hoy día mucho menos me apetece
llenar de falsos ruidos la cabeza,
y aunque a veces el pánico me pise
cuando apenas el pelo ya me crece,
no quiero andar probando su crudeza.
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