Si mis manos no fuesen tan honestas
como las de un valiente marinero,
nunca me quitaría yo el sombrero
si no viese muy claras las respuestas.
Menos sería actor de tantas gestas
al haber navegado prisionero,
pues vería mis pasos el primero
aunque me fastidiara en las apuestas.
Pues con tesón mi pan ya me lo curro
sin poder sublimar mis inquietudes
entre la soledad de mi trabajo,
porque quizás actuando de cazurro
con frecuencia se omiten las virtudes
entre tanta osadía y desparpajo.
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