Al poder no le importan las razones
si no sólo sus viles intereses,
aunque siendo constantes los reveses
insensibles serán sus corazones.
Habrá quienes se muevan por pasiones
y escalen sus escaños sin arneses,
ladrando como perros pequineses
por ganarse sabrosos chuletones.
Y habrá quien discrimine sus creencias
de sus afectos más elementales,
quizás pensando que quien da primero
convenciendo a la carta sus conciencias
de los pobres y cándidos mortales,
recibirá seguro más dinero.
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