Nunca echaré de menos aquel canto
porque vivo alejando la tristeza,
poniendo siempre en alto mi destreza
para ver la razón detrás del llanto.
De sobra sé que nunca he sido un santo,
a lo sumo ligero de cabeza
que muy lejos de toda sutiliza
solo por cuenta y riesgo me adelanto.
Pues cuando reflexiono de esta guisa
no sólo reconforto el pensamiento
sino que la conciencia tranquilizo,
recibiendo de vuelta una sonrisa,
como estado mental de ese momento
sobre el cual como puedo yo aterrizo.
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