Que vayan a la cárcel los ladrones
y que nadie se rinda a sus chantajes,
siempre que beneficios de sus gajes
no lleve atados hoy a sus talones.
Que pague el baladrón por sus marrones
y ya se deje de lucir los trajes,
a los que sólo faltan los encajes
para exhibir al mundo sus melones.
Y aunque en la trena tire de la manta,
caiga quien caiga, todos al banquillo
a devolver, puñetas, lo robado,
que si el loro enjaulado va y lo canta
libre no quede, el muy bribón, por pillo
por más que sus marcajes haya errado.
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