El amor siempre busca la manera
de llegar hasta el fondo del dolor,
haciendo que resurja ese fervor
que el alma necesita por bandera;
para poder llegar donde requiera
sin que nadie le reste pundonor,
donde haya de apostar también su honor,
aunque hundir ya le cueste su mollera.
Ni que decir tendrá la inteligencia,
que no errando de pronto su camino,
pueda encontrar su justa prestación,
y que no pueda ser la indiferencia
quien de pronto le tuerza su destino
cambiándole de rumbo y posición.
|