Vida y sangre tendrá mi sentimiento
en todos sus minutos
y en el brioso galope de una herida
será con sus espinas
el domo salvador del pensamiento.
Tiempo y ocio tendrá cada partida
en la vereda impura
y en el campo prodigioso del paisaje,
cada visión será
el prolijo vaivén de una fatiga
y el hilo carmesí de una sutura.
Y caminar hacia la brecha oscura
con paso controlado
será virtud silente,
como inestable espejo que procura
el brillo tormentoso
del espeso crisol de nuestra suerte.
La esposa es vida y sangre redimida,
los hijos prodigiosos
serán los pescadores del encanto,
los nietos entre tanto
la fruta más risueña de la vida
y la vejez tan grave
será para mi tiempo tan ansioso
el cierre de mi enclave.
Y luego padecer la quebradiza
urdimbre del presente,
la laboriosa historia agonizante
de nuestros muertos idos,
y ya al final, radiante,
besar profundamente
el áncora tardía de la vida…
matraz del sedimento:
nacer… vivir y luego la partida.
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