Alma y cielo tendrá sin maleficio
el tren de la partida,
con sus amplios vagones tan oscuros
llevándose la vida
y corriendo al par del precipicio
en la hora misteriosa…
y luego para entonces
rendirle al Santo Oficio.
Y nadie ha de iniciar esta salida
del mundo de los vivos
tal vez contemplativa,
sin cerrar el telón de sus despojos,
la luz más fugitiva …
el son de su desdoro,
la lágrima furtiva
y el entorno hundido de sus ojos.
Abajo llorarán con desconsuelo
y toda su tristeza,
los varones, las damas, las infantas.
Y un alma transparente hacia el cielo
surgida como flecha
las nubes cruzará en lontananza
y siempre llegará su luto en sueño
al nítido vergel de la esperanza.
Si morir es nacer a nueva vida
sin fatiga anacrónica y risueña
y si es como dejar viejos arrullos
de manos amorosas.
No olvides la palabra sentenciosa:
también entre las rosas
se secan los capullos
y salen hacia el cielo…
volando mariposas.
Mariposas con alas fatigadas
y el polvo del camino,
la nostalgia feliz de cada noche
un beso transparente
y de la luna su nítido derroche.
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