Cuando el hambre apretaba mis tobillos
respiraba miseria por los codos,
y aunque cargar cargara con ladrillos,
pan podría no haber de todos modos.
Porque cruel resultaba la pobreza,
y siendo muy escasa la cultura
lejos se presentaba la riqueza
que aliviarme pudiera la amargura.
Y porque tanta rabia contenida
me despertaba del temido sueño
me busqué sin demora una salida
que a la porra no diera con mi empeño.
Así salí sin miedos adelante
sin convertirme, digo, en maleante.
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