¿Cuántas noches volví la cara al cielo
para contar la paz de las estrellas,
siguiendo sin parar sus tenues huellas
al sentir en su rastro mi consuelo?
Y así a solas ponía todo el celo
porque escapando como tal centellas,
aún me parecían más que bellas,
y con pasión pisaba más el suelo,
porque pisando el aire de puntillas
de la gente evitaba sus reproches
que sin motivo recibía a diario,
tanto que huyendo mogollón de millas
de encima me quitaba a los fantoches
que a rezar me obligaban el rosario.-
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