Si olvido la verdad que me llevó
a quitar de la vida los prejuicios,
igual repetiré de nuevo vicios
de quien de alguna forma me obligó.
Porque de algo importante se olvidó:
salvarme de sufrir los sacrificios,
que tal vez nunca fueron tan propicios
para quien a disgusto los calló.
Si ni siquiera somos mal nacidos,
necesitados de una mano dura
que a diario nos golpee la cabeza.
¿Quién sabe si nacemos doloridos
porque en el fondo el alma sea impura
que arrastramos sin brío la pereza.?
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